A
partir del siglo XVII, la prensa europea empezó a hacer eco de extraños sucesos
que estaban ocurriendo en países de la Europa Oriental. El Mercure Galant,
periódico editado en Paris, ofrece en Mayo de 1663, la siguiente noticia:
"Ustedes habrán podido oír hablar ya de una cosa realmente extraordinaria
que se encuentra en Polonia y sobre todo en Rusia. Se trata de cuerpos muertos
(que se llaman en latín Striges y en la lengua del país, Upierz) y que tienen
un cierto deseo, que las gentes y ciertas personas sabias aseguran que es
sangre. Se dice que el demonio saca esta sangre del cuerpo de una persona viva
o de algún ganado y que la lleva a un cuerpo muerto, porque se pretende que el
demonio asalte el cadáver cierto tiempo, vuelve a él, y le ponga la sangre que
ha recogido. Esta sangre, se encuentra con el tiempo en tal abundancia en el
cadáver, que sale por la boca, por la nariz y sobre todo, por las orejas".
El relato explica posteriormente como el demonio, una vez consumadas las
acciones con su cadáver, ataca por la noche a las personas hasta que adelgazan
y se van "muriendo una detrás de otra". Añade así mismo, que el
remedio para librarse de estos males consiste en cortar la cabeza y abrir el
corazón de estos cadáveres y comer pan hecho con su sangre (que "sale en
gran cantidad"). Finalmente asegura el reportaje que tales
"prodigios" son comunes en Rusia y que sacerdotes dignos de fé han
presenciado esa suerte de "ejecuciones" y atestiguan la verdad de
todo lo dicho". Al año siguiente (Enero de 1664), aparece nuevamente el
tema, en el Mercure Galant, en una larga disertación firmada por Marigner,
Señor de Plessis y abogado en el parlamento de París... quien mantiene correspondencia
con el Primer Secretario de la Reina de Polonia: Tras asegurar que los demonios
y las almas de los condenados causan los terremotos y las tempestades, afirma
que también las almas de los condenados al Purgatorio, "como los crueles
Stryges de Rusia", pueden causar algún desorden. El autor recalca que esta
suerte de espíritus vagabundos, no son personas vivas. Compara el fenómeno con
lo que ocurre con ciertas personas que pierden en vida el uso del sentido común,
como ocurrió con Nabucodonosor que, tras perder toda su potencia intelectiva,
creía haberse convertido en buey y realizaba todas las acciones de estos
animales. Seguidamente comenta sobre otras metamorfosis, como la de brujos o
magos que pasan a los espíritus malignos y hombres lobo y se transforman en
bueyes que, recibiendo órdenes del demonio, causan maleficios a los hombres, al
ganado y a los frutos. Tras presentar ejemplos y comparaciones de diversa índole,
concluye con cierta ambigüedad que "las causas de la metamorfosis y
cambios, se deben atribuir a causas naturales o contranaturales, pero
corporales y no a milagros y efectos sobrenaturales, ni a la ciencia ni al
poder del demonio"
En
febrero de 1694, Mercure Galant vuelve de nuevo sobre el mismo tema. Comienza
el artículo por reproducir el relato aparecido en sus mismas páginas en mayo de
1663 y por reconocer que su contenido procedía de una carta del Sr Desnoyers
(primer secretario de la reina de Polonia) y que estaba avalado por rectos
sacerdotes. Posteriormente asegura que, no hay razón para dudar de tales hechos
porque se trata de algo conocido en Polonia y sobre todo en Rusia, tanto por el
vulgo y la gente de ciencia. Comenta más adelante lo difícil que resulta creer
algunas historias de las escrituras como el paso del mar rojo por Moisés o la
expulsión del Demonio del cuerpo de un poseído y su envío a una manada de
cerdos, por obra de Jesucristo. Por ello piensan que puede entrar sin temor
"en la búsqueda de las principales causas de los efectos extraordinarios
que los Stryges hacen en Rusia y examinar si esta enfermedad es particular del
país, es una posesión, es una obsesión del Demonio o una vejación de algún otro
espíritu sea cual sea". En el reportaje se asegura que "los médicos
quieren atribuir esta suerte de sufrimientos a la melancolía
exclusivamente", hecho que critican dado el escaso éxito que han tenido en
el tratamiento de algunos casos de posesión, en los que solo cedieron con
exorcismos y remedios espirituales de la iglesia.
Otra
calamidad atribuida a los vampiros es la narrada por un hombre de leyes, Carlos
Ferdinand de Schertz en 1706, en una pequeña obra titulada Magia Posthuma y
publicada en Olmutz (Moravia): "En una cierta aldea una mujer murió
recientemente sin haber recibido los últimos sacramentos y fue enterrada de la
forma usual en el cementerio. Cuatro días después de su muerte los habitantes
de la aldea oyeron un extraordinario ruido y se levantó una terrible tormenta,
cuando vieron un fantasma que se aparecía a algunas personas en forma de perro,
a otras en forma de hombre flaco y espantoso, y que fue visto no solo por un
individuo sino por muchos y que causo en la gente la mayor alarma y tormento
por asaltarla fieramente, agarrándola por la garganta hasta ser casi sofocada,
dejándola completamente sin fuerzas, siendo reducida a una debilidad extrema.
El fantasma incluso ataco animales y las vacas eran encontradas medio muertas
exactamente como si hubieran sido severamente golpeadas. Estas pobres bestias
con su triste gemidos mostraban los dolores que las aquejaban. Los caballos se
sobreponían con dificultad, sudando y temblando, acalorándose, sin aliento,
cubiertos de espuma, como si hubieran sido conducidos a galope a lo largo de un
largo y tortuoso camino. Estos trastornos persistieron durante muchos meses...
Admitiendo
que estos trastornos, estos ruidos, estas molestias, realmente emanaban de la
persona que era sospechosa, Ferdinand preguntó si su cuerpo debía ser quemado,
como es costumbre en el caso de los cuerpos de otras apariciones que vuelven de
la tumba y causan daños a los vivos. Cita varios ejemplos de acontecimientos
similares... (Encontrando en algunos casos los cadáveres)... labios rojos con
largos dientes blancos mientras chorros de sangre roja templada brotaban en
todas direcciones... Estos espectros, según observa, pueblan particularmente
los distritos montañosos de Silesia y Moravia, particularmente en la cordillera
de los Cárpatos. No solo aparecen durante la noche sino también durante el
día... Hay muchos casos recogidos en los que los espectros son particularmente
malignos, habiendo atacado realmente a personas vivas y pretendiendo estrangularlas".
Alrededor de 1725 otro caso preocupante sucede en Hungría: "La gente era atacada
por la noche en circunstancias misteriosas... Esto ocurrió a lo largo de uno o
dos años... Muchos ataques ocurrieron en las proximidades del cementerio donde
Huebner había sido enterrado. La persona que atacaba, tanto a personas como animales,
poseía una extraordinaria fuerza, pues los animales habían sido brutalmente asesinados.
Huebner en vida había sido un hombre de grandes proporciones físicas, poseedor
de una gran fuerza. Esto inquietó mucho a todo el distrito, concluyendo el comisionado,
tras una investigación, que el cuerpo de Huebner debía ser desenterrado. Encontraron
algo realmente terrorífico: el cuerpo de Huebner ostentaba todas las señales clásicas
del ‘’no-muerto". Optaron por clavarle una estaca y quemaron los cadáveres
que le rodeaban.
En
el año 1725, se constató la aparición de los vampiros en la villa serbia de
Kisilevo, donde fallecieron 10 personas en 10 días, habiendo declarado antes de
morir, que durante el sueño se les aparecía una persona ya muerta, que trataba
de sofocarlos; la exhumación de los cadáveres permitió catalogarlos de vampiros
(por sus características). El acusado esta vez fue Plogojowitz, sobre el que no
se mencionaban datos biográficos. Este acontecimiento fue motivo de una
investigación oficial y a partir de la difusión de sus sensacionales
constataciones, se comenzó a discutir de los vampiros en Europa.
Pero
lo que definitivamente convirtió al vampiro en un nombre y en un concepto de
conocimiento popular en todo el viejo continente, fueron los hechos ocurridos
en Medvedja en el invierno de 1731-1732. La magnitud de estos casos obligó a
las autoridades a promover una investigación oficial sobre lo acontecido, dando
lugar al documento conocido como Visum et Repertum (Visto y Descubierto). El
Glaneur Historique del 3 de Marzo de 1732, reproduce el relato oficial junto
con comentarios sobre los hechos. Comienza el relato por reconocer que aquellas
gentes que habitan entre el rio Tisza y Transilvania "creen que ciertos
muertos, que ellos laman "vampiros", succionan toda la sangre de los
vivos; de suerte que mientras estos se extenúan, algunos de los cadáveres, como
sanguijuelas, se llenan de sangre en tal abundancia; que se ve salir por todos
los conductos, e incluso por los poros". Seguidamente se cuentan los
sucesos allí acaecidos y que se iniciaron 5 años antes. Un aldeano, llamado
Arnold-Paule, que había contado haber sido atormentado años atrás por un
vampiro, falleció aplastado por un carro de heno. Un mes después "falllecieron
cuatro personas súbitamente" por lo que, dados los antecedentes,
desenterraron el cadáver del sospechoso ("porque ellos creen que los que
han sido vampiros pasivos durante su vida, se convierten en activos después de
su muerte; es decir, los que han sido chupados, chupan a su vez").
Encontraron que el cadáver de Arnold-Paule, que llevaba 40 días bajo tierra.
Tenía todas las características de ser un "archivampiro": "su
cuerpo estaba rojo; las uñas, el cabello y la barba estaban renovados; él
estaba lleno de sangre fluida, que le corría por todas partes". Se le
atravesó, "siguiendo la costumbre", el corazón con una estaca
puntiaguda y "lo que hizo, se dice, fue lanzar un grito espantoso, como si
estuviese vivo". Seguidamente se realizó la ejecución de las otras cuatro
personas "muertas de vampirismo", "ante el temor de que ellas
hiciesen morir a otras a su vez".
A
pesar de ello, no se logró impedir que "hacia finales del pasado año, es
decir al cabo de cinco años, estos funestos sucesos hubiesen recomenzado".
"En el espacio de 3 meses, 17 personas de diferente sexo y edad, murieron
de vampirismo; algunas sin estar enfermas, otras después de languidecer dos o
tres días". Una de las víctimas, llamada Stanoika, se había despertado
asustada una noche, poco antes de morir, relatando como un vecino (fallecido 9
semanas antes) había intentado estrangularla mientras ella dormía; este hecho
permitió reconocerla como un vampiro y así se comprobó después de la exhumación
de su cadáver (en el que, además de los signos habituales de vampirismo, se comprobó
que había "en el lado derecho, debajo de la oreja, una señal rojo-azulada
de la longitud de un dedo ".) "Las principales autoridades del lugar,
los médicos y los cirujanos, examinaron como el vampirismo había podido
renacer" y "descubrieron, después de bastantes pesquisas, que el
difunto Arnold-Paule no solamente había succionado a las 4 personas de las que
ya se habló, sino también a varios animales, de los cuales habían comido los
nuevos vampiros". Por ello se tomó la resolución de desenterrar a todos
los fallecidos desde hacía algún tiempo y "entre una cuarentena, se
encontró a diecisiete con los signos más evidentes de vampirismo", tras lo
cual se obró en consecuencia. Todas las "ejecuciones" fueron hechas
"jurídicamente, en buena forma y atestadas por varios oficiales de
guarnición de ese país, por los cirujanos mayores de los regimientos y por los
principales habitantes del lugar". "El proceso verbal fue enviado a
Viena, al consejo de guerra imperial, que estableció una comisión militar para
examinar la verdad de todos los hechos". El documento está firmado por el
lugarteniente y el cirujano mayor de un regimiento y por otros tres cirujanos
militares. El artículo periodístico acaba solicitando de los médicos que
"arrojan un poco de sus luces sobre este nuevo prodigio de la
naturaleza". Ante la incredulidad de sus lectores, este periódico prometió
ofrecer la versión de "algunos médicos adelantados" en un artículo
posterior: "Se llama vampiros a ciertos cadáveres, que según dice, tienen
la facultad de chupar a los vivos y de hacerlos morir poco a poco, de forma muy
dolorosa, de tal forma que a medida que adelgazan y se agotan, los cuerpos
muertos engordan en sus tumbas, y se llenan de sangre, su piel se renueva, las
uñas los cabellos y la barba les crecen. Se añade también, que no hay otra
forma de liberar a las personas que se sienten cruelmente atormentadas que no
sea la de ir a desenterrar a los cadáveres y clavarles una estaca en el
corazón, (lo que les hace soltar un gran grito) cortarles la cabeza, quemarlos
y tirar sus cenizas al viento o al río". El autor acepta los hechos como
ciertos y los analiza, afirmando en primer lugar, que los habitantes de Hungría
están mal alimentados y siempre han tenido ideas supersticiosas y extravagantes
sobre aquellos que mueren de muerte natural o enfermedades epidémicas".
"De ahí esa equivocación casi innata en ellos de creer que los espectros
salen de sus sepulturas para morderles, pellizcarles, chuparles o
maltratarles". El autor del artículo, opina que "esa pretendida
succión es un mal contagioso, más o menos de la misma naturaleza que la mordedura
de un perro rabioso". "Nos inclinamos a creer que el veneno
comunicado por un perro rabioso, por un vampiro, por una tarántula, es el mismo
que produce el amor extremo o cualquier otra pasión violenta, no es sino un
"zángano" que se alimenta de la más pura substancia del hombre, un
zángano que roe constantemente el corazón, que pone todo en combustión en el
cuerpo en el que se adentra y que no abandona a su presa ni en la tumba".
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